El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular, se produce cuando un vaso sanguíneo que transporta la sangre al cerebro se rompe o se tapona por un coágulo. Así el cerebro al no recibir el oxígeno suficiente deja de funcionar y provoca en consecuencia este accidente cerebral. Es más común en personas de más de 60 años y sobre todo en hombres, aunque la tasa de mortalidad en mujeres que sufren un ictus es también alta.
En estos casos la asistencia es urgente, porque cada minuto cuenta para evitar consecuencias fatales. Una actuación rápida que permita recuperar las funciones cerebrales afectadas a tiempo puede evitar secuelas permanentes que afectarán a la calidad de vida del paciente, incapacidades o, en casos extremos, la muerte.
La pregunta es, ¿qué relación tiene esto con el apoyo psicológico a personas mayores? Desde Memoriae os lo queremos contar, Pues bien, tras el padecimiento de un ictus como decimos lo normal es que el paciente presente una serie de secuelas. Muchas de ellas pueden ser a nivel físico, como la pérdida en la fuerza muscular, trastornos visuales, incontinencia urinaria, perdida en el control del movimiento, pero también se pueden experimentar síntomas en la salud psicológica de los pacientes, como las alteraciones en el estado de ánimo o el deterioro cognitivo.
Es en estos casos en los que se recomienda encarecidamente acudir a un profesional y psicólogo especializado en personas mayores, ya que tras pasar por la rehabilitación de un ictus es muy común presentar un estado de depresión e inestabilidad emocional difícil de gestionar. Además, también es muy común que el paciente sufra pérdidas de memoria, o de atención y dificultades para organizar o planificar tareas concretas y requiera de apoyo psicológico para afrontar esta nueva realidad.
¿Cómo prevenir un ictus?
Para prevenir un ictus se recomienda sobre todo seguir unos hábitos de vida saludables, evitar sustancias nocivas como el tabaco, al alcohol y las drogas, alimentarse de forma adecuada y no caer en el sedentarismo.
Otros factores de riesgo relacionados con el padecimiento de un ictus son, por ejemplo, la hipertensión arterial, la acumulación de grasa en sangre y las enfermedades cardiacas. Aunque en estos casos el factor psicológico poco tiene que ver a la hora de prevenir un ictus es cierto que la salud mental y la gestión del estrés o la ansiedad pueden ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares que, como decimos, podrían ser causa de un ictus.
Por otro lado, también hay que atender al factor hereditario, en cuyo caso se recomienda mucha prevención y atención a la salud en general.
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